jueves, 17 de febrero de 2011

Graciela Boticaria Amalfi

Tierra.



La calle vacía. Vacía y muerta como todas las mañanas. Mañanas de un ahora sin título. Título de un día perdido. Perdido en una semana cualquiera.
La calle corriendo a un tiempo inocente y despreocupado.
Mañana de gente caminando en medio de un asfalto asfixiado.
Un piso latiendo en un mundo viejo y arrugado.
Los chicos y los hombres soñando una misma mentira. Mentira armada por unos cráneos vacíos de sensibilidad.
Lágrimas que huyen de una esperanza que nunca llega. Una esperanza de paz con tanques de guerra. Gente amontonada y chocando contra un muro caído y en ruinas.
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Un viejo desarma la calle, toma la mañana en sus manos y se va a dar una vuelta con un planisferio dibujado en el pizarrón del colegio de campo.

Dicen que así desapareció un planeta al que llamaban Tierra.

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