sábado, 31 de julio de 2010

José López Romero - Santa Fe-Argentina

CON ELLAS DECIMOS


Las palabras escritas nunca son polvo que se lleva el viento.

Son las historias que cuentan, los puertos jamás abiertos, los sentimientos que no arrebata el odio jamás.
Hundir las manos en el tiempo y quedar amigo de la memoria es un signo indeleble, eterno, es la cara del infinito hurgando en el espíritu humano.
Las hipótesis mas decentes suelen naufragar en aguas dulces, alejadas del mar profundo, donde los cuervos no dejan semillas sueltas y circundan las barcas con su máscara de gaviota. A veces caen en la trampa que les tiende el destino, y de su figura emerge un simulador que no soporta el miedo.
Las oscuras metáforas invierten lunas y misterios profanos, van de la mano con unos y otros para que advierta su presencia el alma que ilumina la buena huella. Caminarán juntos los sueños peregrinos y recogerán postales vagabundas, orilladas de gestos simples, desapercibidos por su intimidad.
El hielo deja lugar a la magia del vuelo, al sonar de los tambores que llaman a reunión y esperanza. Nadie se negará y alzarán sus copas los inventores y los legos, mientras que el poderoso callará y resignado volverá al acecho.
Estamos fuera del templo pero nos asiste Dios, podemos ser fieles y dejar la piel ajena en cualquier sitio, en una playa virgen donde ya no duela otra oportunidad de respirar y no tenga tantas cicatrices la vida.

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